Abdoulaye Gilbert Samaké, ex defensa del Valour FC, equipo de la Premier League canadiense. Nació en Mali y se trasladó a Canadá cuando tenía seis años. Estudió y jugó en Estados Unidos, y llegó a Winnipeg en 2023, donde pasa su tiempo libre como voluntario en una organización benéfica, Inner City Youth Alive.
Por Abdoulaye Samake
Desde los 16 años trabajo con niños en campamentos de verano o programas extraescolares. Para mí es un placer y una pasión trabajar con ellos. Son muy listos, tienen la mente muy fresca. Están explorando cómo desenvolverse en el mundo. Al ser un buen modelo de conducta, al estar en contacto directo con ellos, tienes la oportunidad de influir en ellos de la forma más sencilla.
Llegué como inmigrante a Canadá y, como mis padres tenían que trabajar muchas horas, solía ir a la YMCA y asistía a campamentos de verano. En esos lugares admiraba a los voluntarios como a hermanos y hermanas mayores. Tenían un gran impacto en mí: me enseñaban valores, principios y buena conducta.
El año pasado, cuando llegué a Winnipeg, encontré una organización llamada Inner City Youth Alive. Está en un barrio difícil y los niños tienen un lugar maravilloso al que pueden ir después de clase, comer, estar con amigos y jugar. Ha sido una gran oportunidad trabajar ahí. Puedo estar con los niños y pasar tiempo con ellos cara a cara. No se trata de mí; la mayoría de ellos no tienen ni idea de que juego al fútbol, porque no se trata de eso.
Todos los hermosos valores que se aprenden siendo futbolista -disciplina, ética del trabajo, trabajo en equipo- forman parte de mí. Espero poder transmitir esos valores simplemente estando cerca de los niños. No es nada complicado. No intento ser una figura de autoridad, actuando como si supiera más que ellos. De hecho aprendo tanto de ellos como ellos de mí.
Son de diferentes grupos de edad que van de los seis a los dieciocho años. Me gustan los adolescentes tardíos porque puedes ser directo, hablar de tu vida y ellos se sienten identificados y viceversa. Con los más jóvenes es más juguetón y eso también tiene su belleza.
Cómo me uní fue una gran lección para mí. Empecé a buscar oportunidades de voluntariado pero invertí mucho tiempo en el fútbol. Te metes tanto en tu pequeño mundo, en tu rendimiento y en tus objetivos.
Los resultados no nos acompañaban y al final del año sufrí una lesión en los isquiotibiales. Mi temporada había terminado y la lesión me destrozó. Pensé ¿qué puedo hacer ahora? Ya había conectado con Inner City Youth Alive y en cuanto entré en el lugar y vi a todos esos chicos, puse las cosas en perspectiva. Hay gente cuya vida cotidiana es bastante difícil y el mero hecho de tener la oportunidad de estar con ellos, escucharles y aportarles algo de energía positiva, me sacó realmente de mi rutina.
Estos niños vienen de hogares donde la situación es muy difícil. Algunos llegan sin abrigo aunque haga mucho frío. Les servimos comida porque no están bien alimentados. Algunos guardan mucha tensión o rabia.
Algunos tienen problemas de drogas en su casa, algunos están despiertos hasta tarde por la noche, oyen "cosas" en la casa y están acostumbrados a la violencia. Se nota en su forma de actuar. Hace un par de semanas, unos chicos se pegaban, daban puñetazos. Les pregunté: "¿Qué pasa?" Y se rieron de mí: "Así escomo jugamos".
Las primeras veces que fui fue desgarrador. Ves a esos niños y quieres llorar por ellos, pero llorar por ellos no sirve de nada. Lo que puedes hacer es ser fuerte por ellos, ser un modelo a seguir. Muchos de estos niños no tienen modelos. No digo que yo sea perfecto pero intento ser un ejemplo y apoyarlos. No tiene nada de glamoroso. Simplemente estoy ahí, pasando tiempo con los niños.
Me encantaría que lo hicieran más jugadores, porque te haces muy fuerte al tener que enfrentarte a las dificultades de este juego. Conseguir un contrato año tras año es todo un reto. Hay que competir todos los días, trabajar con los compañeros y soportar la presión. Tienes una fuerza en la que los niños pueden inspirarse.
Veo que estos niños cambian incluso durante el mismo día. Por ejemplo, un chico vendrá y al principio estará en una esquina, enfadado y a la defensiva. Comprendo los sentimientos que puede tener, así que no voy a mimarle. Le digo: "Eh, vamos, juguemos". Y enseguida ves cómo cambia su comportamiento. El niño gruñón de repente está jugando y es capaz de dar rienda suelta a sus emociones. Está allí luchando por el balón con un par de chicos y ves que se le dibuja una pequeña sonrisa. De eso se trata.
Voy una vez a la semana, de tres a cuatro horas por la tarde. Como con los niños, vamos al gimnasio y hay un rato de estudio de la Biblia, que también es algo importante. Aunque algunos de ellos no sean religiosos los mensajes de esperanza son importantes para los niños en esta situación.
Cuando era joven fue un reto aunque mis padres se aseguraron de que estuviéramos bien. Yo estaba en mejores circunstancias que estos chicos. Pero para mí la esperanza y el sueño de cambiar mi vida a través del juego eran algo muy importante. Todavía me anima. Así que, para estos chicos, tener la oportunidad de venir al estadio o al vestuario a ver a algunos de mis compañeros puede ser un momento mágico para ellos.
Quiero crear mi propia fundación. Quiero hacer cosas con niños porque creo que ayudando a formar a los niños ayudamos a formar el futuro de la humanidad. Mali en particular es un lugar en el que quiero centrar mis esfuerzos, ya que es a la vez mi tierra natal y uno de los países con la tasa de educación más baja del mundo.
Lo último que me gustaría decir es que uno de los mayores regalos es una sonrisa genuina. Podemos ir y compartir esa energía de positividad y agradecimiento sólo con nuestra presencia. Creo que este impacto va mucho más allá de la mayoría de las iniciativas en las que intentamos tener un impacto en un lugar aislado.
Llegar a más gente no significa que el impacto sea necesariamente más amplio ni más profundo. Para cambiar el mundo no necesitamos hacer cosas grandiosas. Preguntar a alguien:"¿Cómo estás?" con total atención y genuina preocupación es un acto grandioso en sí mismo.