Ga-Ae Kang es la ganadora del Premio Voz del Jugador 2024, uno de los tres Premios al Mérito de FIFPRO. La guardameta del Sejong Sports Toto WFC y ex internacional surcoreana es la principal impulsora en la búsqueda de la mejora del fútbol femenino y de las condiciones laborales de las futbolistas en su país.
Por Ga-Ae Kang
Mi hermana gemela Na-Ru y yo empezamos a jugar al fútbol en 2002, después del Mundial de Corea y Japón. Nuestro hermano pequeño ya jugaba al fútbol. Yo acabé siendo arquera aunque empecé como delantera.
Al principio Na-Ru era la guardameta porque es un poco más alta. Sin embargo le asustaban los balones que le llegaban, así que yo ocupé su lugar porque era la segunda más alta del equipo. Mi hermana se convirtió en delantera y jugó profesionalmente durante un año, hasta que tuvo que retirarse por una lesión de rodilla.
En aquella época era poco habitual que las chicas jugaran al fútbol. Mis padres tampoco estaban contentos. "¿Qué clase de chica juega al fútbol?" En Corea existía el prejuicio social de que las mujeres no valían para jugar al fútbol, pero convencí a mis padres para que me dejaran entrar en un equipo juvenil porque era divertido y yo quería jugar.
En Corea sólo puedes desarrollarte como jugadora en la escuela secundaria, el instituto o la universidad. Donde vivíamos no había escuelas con un equipo femenino donde pudiera desarrollarme, así que tuve que buscar en otras ciudades más grandes de la provincia de Gyeonggi y el área metropolitana de Seúl. E incluso allí tenían dificultades.
La mayoría de mis compañeras se tomaban el fútbol muy en serio pero teníamos problemas para completar la plantilla. El equipo necesitaba incorporar estudiantes deportistas que sólo quisieran jugar. No era un entorno realmente profesional.
Al principio lo pasé mal, pensando que no podría llegar a ser profesional, pero esta vez mis padres me convencieron para que siguiera jugando. Me dijeron que tenía que asumir la responsabilidad de mis decisiones y eso fue un estímulo para seguir adelante. Volví a encontrar la alegría de jugar. Cada vez quería hacerlo más, cada vez lo hacía mejor, y eso me hizo seguir adelante.
La K-League femenina tiene un sistema de reclutamiento y, si no te recluta un equipo, básicamente no tienes ninguna posibilidad de jugar al fútbol profesional. Sólo la mitad de las jugadoras son seleccionadas, así que durante mucho tiempo simplemente me alegré de poder ser futbolista profesional tras ser seleccionada. Acepté las condiciones como eran, así como el trato que recibíamos.
Cuando me convertí en futbolista profesional en 2011, el límite salarial acababa de aumentar pero no ha cambiado en los 13 años transcurridos desde entonces. Nuestro equipo no tenía campo de entrenamiento, así que teníamos que buscar un parque infantil o alquilar un campo en una universidad. Y no me refiero a campos de fútbol, sino a terrenos con arena o algo así. El alojamiento organizado por nuestro club tampoco era más que un dormitorio en una universidad.
Cuando me hice mayor y me relacioné con la Asociación Coreana de Futbolistas Profesionales (KPFA), empecé a darme cuenta de estos problemas y de muchos otros. Por ejemplo hay un gran problema con la captación de jugadoras jóvenes, ya que desaparecieron varios equipos de enseñanza media, secundaria y universitaria. Es una crisis para nosotras en Corea porque es la única manera de que las chicas se desarrollen. Así es también como aprendí a jugar.
El tope salarial está perjudicando a nuestro deporte. Ya es difícil llegar a ser futbolista profesional y, con el actual tope salarial tan bajo, los padres no ven futuro para sus hijas en el fútbol femenino y las empujan hacia otros deportes, como el béisbol y el baloncesto, donde pueden ganar más dinero. Por eso queremos que se suprima este tope salarial y ya casi lo hemos conseguido.
“Nuestro juego debe ser más visible y atraer a más espectadores. Al final esto hará que nuestro deporte sea más profesional.”
Para ser sincera, al principio me chocó un poco no haber sido consciente de todas estas cuestiones antes en mi carrera. Pero cuando me di cuenta, empecé a hacer planes para cambiar las cosas. Para entender mejor los problemas del fútbol femenino en Corea, me puse en contacto con jugadoras que compiten en el extranjero y les pregunté por sus experiencias: ¿cómo se trata a las jugadoras en otros países y cómo funcionan las ligas con respecto a las jugadoras? A través de estas conversaciones, identifiqué los problemas clave junto a las jugadoras de la WK League.
Pienso aprovechar la fuerza de la KPFA para afrontar estos retos con eficacia. He podido ayudar a concienciar a otras jugadoras y a cambiar su percepción del fútbol femenino. Como vicepresidenta de la KPFA, visité clubes y ayudé a aumentar a 185 el número de jugadoras afiliadas. También creamos un comité de fútbol femenino que se reúne todos los meses para debatir cómo mejorar nuestras condiciones de trabajo.
Como jugadores, tenemos que alzar la voz si queremos cambiar nuestras condiciones y el trato que recibimos. No es fácil, ya que en el pasado los jugadores eran sancionados por alzar la voz. Pero si dejamos de hacerlo por miedo, nadie más pensará en el futuro del fútbol coreano, y entonces nada cambiará. Un claro ejemplo del poder de nuestra voz quedó ilustrado este verano, cuando conseguimos ajustar los horarios de inicio de los partidos para evitar que se jugara en condiciones de calor extremo.
Intentamos que nuestro deporte sea más popular; para mí es desgarrador que el fútbol femenino sea tachado de impopular mientras que el masculino es tan fuerte en nuestro país. Por eso hemos puesto en marcha varias iniciativas para mejorar el estatus de la WK League. Nuestro fútbol debe ser más visible y atraer a más espectadores. Al final, esto hará que nuestro deporte sea más profesional.
Me jubilaré cuando acabe esta temporada. Llevo dos años posponiéndolo porque primero quería transmitir mis conocimientos en la medida de lo posible a la siguiente generación, con la esperanza de contribuir al desarrollo de nuestro juego. Espero que el hecho de que yo gane este premio influya en otras jugadoras para que hagan algo parecido para hacer avanzar nuestro juego.