Laurie Bell Syrianska 2500

Laurie Bell: Una semana en la vida de un futbolista durante el coronavirus

COVID-19 Historias de futbolistas

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Laurie Bell Syrianska 2500
La mayoría de los futbolistas profesionales de todo el mundo están confinados en sus casas durante la pandemia del coronavirus.

Pero aquí, en Suecia, donde yo juego, hay menos restricciones.

Laurie Bell

Tras habernos dado unos días libres, mi club, el Örebro Syrianska, ha seguido las directrices del Gobierno y nos ha convocado para reanudar los entrenamientos.

Lunes 13 de abril

Me despierto en torno a las 7:30 de la mañana y realizo una rutina de flexiones y estiramientos que programé durante nuestro breve descanso. Esta tarde, tenemos que reanudar el entrenamiento, lo cual es un alivio. Como la mayoría de los futbolistas, me desquicia quedarme en casa sentado sin hacer ejercicio.

Sin embargo, las cosas no han vuelto a la normalidad. La temporada del fútbol sueco –aquí jugamos durante la primavera y el verano europeos– ha sido aplazada desde abril hasta finales de mayo. Así que nos encontramos varados en una pretemporada interminable, que comenzó ya en el frío y oscuro mes de enero.

Es difícil centrarse en el fútbol durante esta pandemia, pero mientras las autoridades nos aconsejen seguir jugando, debemos confiar en que es lo correcto. “La actividad física es buena para la salud pública, por lo que los deportes y el ejercicio deben continuar,” afirma la Agencia Sueca para la Salud Pública.

Hoy, el entrenamiento comienza a las 17:30 horas. Es agradable ver a los colegas. Ya no nos saludamos dándonos la mano, sino que intercambiamos un gesto con la cabeza y compartimos risas, antes de que nuestro entrenador entre y nos dé la bienvenida, en la que nos informa de un posible partido de pretemporada el sábado.

Eso marca la escena de una intensa primera sesión de reanudación.

Martes, 14 de abril

Otra mañana de flexiones y estiramientos, seguida de una tostada con mantequilla de cacahuete y un paseo hasta el supermercado con mi novia, Sara.

Nadie lleva mascarilla aquí. La vida diaria se mantiene relativamente sin cambios, a diferencia de lo que vemos en las noticias y de lo que nos cuentan por videollamada la familia y los amigos que viven en Inglaterra y América.

Como inglés que vive en Suecia, es difícil para mí decidir si es mejor seguir las directrices de un país o de otro, acerca del coronavirus. Y el hecho de convivir con Sara, americana, añade más confusión a la situación.

En la hora de la comida, me desplazo en bicicleta desde nuestro apartamento hasta la ciudad. Aquí, todo el mundo va en bicicleta. Los restaurantes y las cafeterías continúan abiertas y, las medidas públicas más estrictas únicamente limitan las reuniones a un máximo de cincuenta personas.

Intento mantener la distancia social siempre que puedo, y normalmente compro comida para llevar o para hacerla en casa.

“Me siento culpable por hablar de la libertad que gozamos en Suecia. Me pregunto si estoy haciendo lo correcto.”

Pero no hay nadie sentado en el exterior del restaurante que patrocina a nuestro equipo actualmente, así que disfruto de mi comida bajo el sol. Un entrante de sopa con pan recién horneado y ensalada, seguido de albóndigas veganas, patatas, y mermelada de arándanos rojos. Típicamente sueco y apetitoso.

¡Buenas noticias! En el entrenamiento, se nos comunica que nuestro partido del sábado sigue adelante, y que se jugará a puerta cerrada. Nuestro oponente es el Örebro SK, un club de primera división de la misma ciudad. Jugamos en tercera división, así que será una buena prueba para nosotros.

Es una tarde fresca y clara. Entramos en calor con música rondó y calentamiento, antes del intenso entrenamiento. La sesión finaliza con la victoria de mi equipo amarillo en el torneo de futbito a 12 puntos, por nueve a seis. Hora de volver a casa.

Pedaleo hasta casa con una sonrisa en la cara, olvidando por un momento los problemas del mundo, agradecido de poder seguir jugando al fútbol. Mañana tenemos el día libre y se prevé que sea el día más cálido del año.

Miércoles, 15 de abril

Además del fútbol, disfruto de trabajar para una compañía de tecnología deportiva, que es como comienzo el día. Puedo trabajar desde casa, lo que es muy práctico y además lo recomendado.

Pronto, el sol primaveral nos pide salir al exterior, por lo que Sara y yo almorzamos temprano. Paseamos en bicicleta por caminos arenosos, dejando atrás altos pinos, hasta que alcanzamos las orillas tapizadas de hierba del Hjälmaren, el cuarto mayor lago de Suecia.

De vuelta a casa, finalizo parte del trabajo restante en mi ordenador, y emprendo una carrera a través del bosque.

Más tarde, mis amigos de Inglaterra me ponen al día con la vida en confinamiento, por videochat. Me siento culpable por hablar de la libertad que gozamos en Suecia. Me pregunto si estoy haciendo lo correcto.

Parece especialmente extraño anunciar que tengo un partido este sábado, pero mi colega Coxy insiste en que sintonizará la emisión en directo vía stream.

“¿Esta temporada va a arrancar alguna vez?”

Jueves, 16 de abril

El día comienza con un pinchazo en la rueda de la bicicleta. Un castigo, quizá, por mis aventuras al aire libre.

Mi compañero de equipo, Erik, se ofrece a llevarme hasta el entrenamiento por la tarde, y me advierte de la última conferencia de prensa del Gobierno sueco, que ha debatido el endurecimiento de las medidas aplicables en el deporte.

Se confirma lo peor: el partido del sábado ha sido cancelado.

Entrenamos tan intensamente como podemos, pero las noticias afectan a nuestra motivación y esta no es la sesión típica.

Llego a casa y traduzco las nuevas directrices: “Para evitar la propagación del COVID-19, las asociaciones deportivas deberán aplazar partidos, entrenamientos, competiciones y copas.”

¿Esta temporada va a arrancar alguna vez?

Viernes, 17 de abril

Me siento al sol y espero pacientemente a que comience el entrenamiento. Esta tarde, jugamos. Si la motivación es un problema, nuestro instinto competitivo lo supera y lo convierte en una sesión intensa, en la que sudamos dejando salir toda nuestra frustración.

Finalmente, la rabia que guardo –nunca demasiado oculta esta pretemporada– se desborda en un sonado placaje sobre mi compañero de equipo, Eliyo. Alcanzo el balón primero, pero del impacto da un giro de campana por los aires, nuestro entrenador nombra falta y da por finalizada la sesión.

Idealmente, este periodo serviría para alcanzar una buena forma física y desarrollar potencia, pero una pretemporada intermitente ha imposibilitado mantener la continuidad.

Ya más calmado, me río con Eliyo sobre el placaje inglés y no olvido lo afortunados que somos por estar sanos, ahora que personas de todo el mundo luchan por sus vidas y trabajadores de la asistencia sanitaria realizan un heroico trabajo.

Todo lo que mi equipo puede hacer es mantener una actitud positiva y profesional, disfrutar de nuestro deporte y permanecer preparado para esta temporada, cuando quiera que llegue.