Cuando se cumple un año de la Copa Mundial Femenina de 2023, jugadoras de todo el mundo explican en detalle cómo la mejora de las condiciones y los premios en metálico del torneo cambiaron el fútbol femenino internacional, y por qué las futbolistas y los sindicatos deberían presionar por la igualdad en la Copa Mundial Femenina de 2027. La centrocampista australiana Tameka Yallop, veterana de cuatro Mundiales, comparte sus opiniones.
Por Tameka Yallop
Nunca en mi carrera como futbolista pensé que Australia y Nueva Zelanda organizarían la Copa Mundial. Recuerdo el día en que ganamos la candidatura, fue realmente increíble. En el fondo sabíamos que era el comienzo de algo grande para el fútbol en Australia y Nueva Zelanda.
De cara a la Copa Mundial intentamos que fuera lo más inclusiva posible, pero especialmente para las generaciones más jóvenes y mayores. Hemos vivido un periodo de crecimiento significativo del fútbol femenino en Australia y queríamos dar las gracias a la generación que nos precedió, que trabajó duro para que llegáramos a donde estamos hoy y a la que no se le ofrecieron vías de progresión. Y por supuesto queríamos mirar hacia las generaciones más jóvenes, el futuro del fútbol en este país.
La Copa del Mundo de 2023 batió récords y fue el acontecimiento deportivo femenino con mayor asistencia de la historia. También cambió las reglas del juego para las futbolistas, que consiguieron que se mejoraran -y fueran justas- las condiciones y los premios en metálico.
El año anterior a la Copa Mundial, las Matildas y otras selecciones nacionales firmaron una carta enviada a la FIFA en la que pedían una mejora de los premios en metálico y de las condiciones. Llevábamos mucho tiempo trabajando en eso y queríamos hacerlo cuando llegara el momento. La Asociación Australiana de Futbolistas estuvo muy implicada en el proceso. El sindicato de jugadores ha estado a la vanguardia de la mejora de las normas, no sólo en el fútbol femenino, sino también en el masculino y fuera de nuestras fronteras.
Tras ese duro trabajo entre bastidores, la FIFA confirmó la mejora de las condiciones y del premio económico poco antes del torneo. Para mí, la mejora de las instalaciones de entrenamiento ha sido enorme. En los torneos se pasa mucho tiempo utilizando esas instalaciones, ya sea el gimnasio, los terrenos de juego o las salas de recuperación, y disponer de unas adecuadas con atributos de alto rendimiento ayudó sin duda a elevar el nivel de la competición.
La recuperación es muy importante en el fútbol de competición, por lo que incluso cosas tan sutiles como el acceso a baños de hielo marcan una gran diferencia. En el pasado a veces hemos tenido que meternos en un cubo grande y llenarlo de agua y hielo.
También estaba el nivel de los hoteles, poder tener tu propia habitación, e incluso que la familia pudiera venir al hotel. En esta Copa Mundial había mucho más acceso a la familia y eso ayuda mucho a las jugadoras a tener esa comodidad cuando nos encontramos en un entorno de tanta presión.
“Trabajamos muchas horas sin cobrar y el premio en metálico que ganamos fue casi como un pago retroactivo por todos los duros años que invertimos.”
— por Tameka Yallop
La mejora de los premios en metálico, que se distribuían en función del rendimiento del equipo en el torneo, también supuso una gran diferencia. A mí me cambió la vida y sé que a muchas de las Matildas también. Algunas han podido pagar sus deudas universitarias y otras han podido pagar una hipoteca.
Los salarios de los clubes de fútbol femenino no son tan altos como los de las ligas masculinas, así que me dio un poco de red de seguridad. También me permitió reinvertir en mi fútbol -diferentes vías de entrenamiento, equipos de recuperación, nutrición- para poder seguir mejorando.
Trabajamos muchas horas sin cobrar y el premio en metálico que ganamos fue casi como un pago por todos los duros años que hemos invertido. Muchas de nosotras hemos recorrido el mismo camino futbolístico que nuestros compañeros hombres y ellos han tenido los medios para invertir en propiedades inmobiliarias o simplemente para vivir cómodamente. Mientras que ellos lo han conseguido durante mucho tiempo, las jugadoras nunca hemos tenido esa estabilidad. Poder hacerlo ahora es una victoria para nosotras.
Siempre estoy luchando por la igualdad, así que para la próxima Copa Mundial Femenina, en 2027, me gustaría que diéramos un paso más y tuviéramos el mismo nivel que los hombres. Si hablas con cualquier Matilda, con cualquier Socceroo, todos y todas estamos de acuerdo en luchar por eso.
El fútbol femenino y el apasionante fútbol de competición que practicamos a escala mundial merecen la igualdad, al igual que el fútbol base y las nuevas generaciones.