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Trata de personas en Portugal: futbolistas cuentan su historia

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El sindicato portugués de jugadores SJPF ha ayudado a innumerables futbolistas que han llamado a sus puertas en busca de ayuda tras quedarse abandonados en Portugal.

Estos jugadores esperaban iniciar su carrera en el fútbol europeo, pero en la mayoría de los casos sufrieron penurias y decepciones. FIFPRO te cuenta tres casos que ilustran la lucha que tuvieron que soportar estos aspirantes a futbolistas.

Doce argentinos, en una casa destartalada

En julio de 2019, doce jugadores llegaron a Portugal procedentes de Argentina. Habían asistido a unas pruebas en Buenos Aires y recibieron una oferta de 850 euros al mes y primas para fichar por el AD Oliveirense, de la tercera división portuguesa, donde un presidente argentino se había hecho cargo de los negocios. Pero tuvieron que pagar su propio vuelo y todos los documentos necesarios.

Cuando llegaron al Oliveirense, se dieron cuenta de que había 13 jugadores argentinos más. Después de haber entrenado en el club durante una semana, los 12 jugadores fueron trasladados a otro club, el GD Mirandês, donde firmaron un contrato de un año por 750 euros al mes, 100 euros menos de lo que habrían recibido en el Oliveirense.

Sin embargo, el Mirandês nunca pagó nada a los jugadores. El club alojó a los 12 jugadores en una casa a la que le faltaban ventanas y sólo tenía agua fría. Los jugadores tenían que compartir habitación con dos o tres compañeros. El club les daba poca comida. "De vez en cuando nos entraba hambre porque había muy poca comida. A menudo nos juntábamos y llorábamos", declaró más tarde al sindicato uno de los futbolistas.

La situación se complicaba aún más en invierno, cuando la casa estaba helada. Para colmo, los jugadores tuvieron que esperar hasta enero de 2020 para poder jugar. No mucho después, comenzó la pandemia de Covid-19.

Sin dinero, los jugadores pidieron ayuda al sindicato hacia marzo de 2020, casi un año después de su llegada. El sindicato les brindó comida y alojamiento, y ayudó a diez jugadores a regresar a Argentina, mientras que otros dos prefirieron quedarse en Portugal.

El sindicato ganó un juicio laboral en nombre de ocho jugadores contra el Mirandês. Los jugadores recibieron una indemnización total de más de 130.000 euros por salarios impagados y daños y perjuicios. El club recurrió la decisión, que ahora se encuentra en el Tribunal de Apelación.

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Cuatro jugadores argentinos a los que ayudó SJPF

Una moto para tener una carrera como profesional

Allan, jugador franco-portugués de 21 años, dejó Francia para convertirse en futbolista profesional en Portugal. Allan se puso en contacto con un supuesto intermediario, que le dijo que podía ayudarle a encontrar un club. Al principio, pudo entrenarse con el Vieira de Minho, de quinta categoría. Al cabo de cinco días, el agente dijo que el club quería quedarse con Allan, pero que no podía pagarle.

El agente le dijo entonces a Allan que podía fichar por un club profesional si le pagaba, lo que según el agente era práctica habitual en Portugal. El jugador le creyó, vendió su moto y pagó al agente 12.000 euros para fichar por el Varzim, equipo de segunda división.

El agente invitó a Allan a firmar su contrato en un hotel de Braga, pero ningún funcionario del club estaba presente cuando puso su firma en el papel. El jugador pagó al agente 1.000 euros más y luego se le permitió entrenar con el Varzim B, aunque no pudo jugar ningún partido. El agente le dijo que estaba intentando resolver el asunto, pero que necesitaba otros 6.000 euros. El jugador se negó: antes de pagar más dinero al agente, primero quería que todo se arreglara correctamente y que se le permitiera jugar.

Estadio Do Varzim Sport Club
Estadio do Varzim Sport Club, la casa del Varzim SC

Un mes después de llegar a Portugal, Allan se puso en contacto con el sindicato. El SJPF descubrió que el contrato del jugador nunca estuvo registrado en la federación de fútbol, vio que el contrato nunca fue firmado por el club y que no llevaba el nombre ni el número de identificación del jugador.

Allan regresó a Francia, donde ahora trabaja como taxista. "Subí al avión en Francia pensando: 'Mi sueño está a punto de comenzar, estoy a punto de empezar mi carrera'. Pero terminé estafado por alguien que jugaba conmigo y con mi familia. Es muy triste".

Apoyado por el sindicato, Allan presentó una denuncia penal contra el agente. El juicio está previsto para marzo.

Tres estadounidenses abandonados en el aeropuerto

Walter (20), Jahveh (23) y Henry (18) dejaron atrás a sus familias en Estados Unidos, creyendo que empezarían una carrera en Portugal. Un amigo común les dijo que el AD Camacha, un equipo de cuarta división, buscaba jugadores y les preguntó si estaban interesados. Podían firmar un contrato de un año que incluía comida, alojamiento y un sueldo de 400 euros al mes. Los futbolistas pensaron que el sueldo era bajo, pero lo aceptaron con un objetivo en mente: establecerse en el fútbol europeo.

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Walter, Jahveh y Henry, junto a João Oliveira, responsable legal del SJPF

Cada uno de los futbolistas pagó a la supuesta agencia 200 euros por la carta de invitación del club (que demostraría que el club los quería) y organizó su propio viaje a Portugal. Se negaron a pagar a la agencia 1.300 euros por tramitar todos sus documentos.

Cuando los jugadores llegaron al aeropuerto de Lisboa, no había nadie para recogerlos, a pesar de que la agencia les había prometido que el club les estaría esperando. Llamaron a la agencia y su director les dijo que todo estaba bien. Les dijo que reservaran una habitación de hotel, mientras intentaba arreglar las cosas. Más tarde les informó de que los planes habían cambiado. Los jugadores no irían al Camacha, sino al União de Madeira.

Afirmó ser también el director deportivo del club y dijo que alguien iría a recogerlos al aeropuerto. Los jugadores volvieron al aeropuerto, pero al cabo de dos días todavía no había llegado nadie a recogerlos. Nadie en la agencia, incluidos el director y su amigo, pudieron dar una explicación adecuada.

"Al cabo de una semana empezamos a dudar de todo lo que nos decían", cuenta Walter. "Nuestra familia estaba preocupada. Nos estábamos quedando sin dinero. No vinimos aquí a gastarlo, vinimos a ganarlo".

Los tres jugadores se pusieron en contacto con el sindicato portugués, que les ofreció alojamiento, transporte y comida, y también les ayudó a regresar sanos y salvos a casa.

"Tenemos que acabar con esta práctica", afirmó Jahveh. "Hay muchos chicos con el sueño de ser futbolistas, de jugar en Europa, no podemos dejar que les pase esto".