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Hacer visible lo invisible: cómo las cargas internas y externas modifican los movimientos y aumentan el riesgo de lesiones

Por el Dr. John Kiely
La carga financiera de las lesiones en el fútbol profesional ha alcanzado nuevas cotas. Según el reciente informe Howden 2023/24 Men's European Football Injury Index, los costes de las lesiones estacionales volvieron a aumentar en las cinco principales ligas europeas masculinas, esta vez un cinco por ciento, hasta alcanzar los 732,02 millones de euros. En conjunto, durante las últimas cuatro temporadas, los clubes de las cinco principales ligas europeas masculinas han acumulado 14.292 lesiones, lo que ha supuesto unos costes relacionados con las lesiones de 2.300 millones de euros. El informe Howden de este año se publica mientras crece la preocupación por la congestión de partidos. El alarmante aumento de las lesiones confirma el creciente desajuste entre las crecientes exigencias de carga de trabajo impuestas a los jugadores y su resistencia a las lesiones. Cabe destacar que la publicación del informe Howden se produce poco después de la denuncia formal presentada ante la Comisión Europea contra la FIFA por los sindicatos de jugadores y las ligas nacionales.
Los organizadores de las competiciones y los organismos reguladores tienen la responsabilidad de proteger la salud de los jugadores mediante la aplicación de las salvaguardias adecuadas, cada vez más necesarias, en relación con la programación de las competiciones, los periodos de recuperación y los viajes internacionales. Además, los clubes individuales también deben actuar, dentro de las limitaciones de programación existentes, para optimizar la gestión de los jugadores y dar prioridad a su salud. Una estrategia que está bajo el control de los clubes es la optimización de la gestión de la carga de jugadores. Un paso necesario hacia este objetivo es mejorar y actualizar nuestra comprensión de cómo los diferentes factores de estrés -las diferentes fuentes de carga impuesta- se combinan para disminuir el potencial de rendimiento y elevar el riesgo de lesiones.
Comprender la naturaleza bidireccional de las cargas internas y externas
Durante los partidos, la intensa actividad física inflige microtraumatismos a las estructuras musculares, óseas y del tejido conjuntivo. Los microtraumatismos son pequeñas lesiones, a menudo microscópicas, de los tejidos corporales que se producen debido a la actividad dinámica y/o al esfuerzo repetitivo. Normalmente, estos microtraumatismos son inofensivos. Sin embargo, si se acumulan, debido a un movimiento excesivamente intenso y a una recuperación inadecuada, el cerebro y el cuerpo inician de forma refleja una cascada de respuestas protectoras reparadoras. El flujo sanguíneo aumenta al dilatarse los vasos sanguíneos. Los agentes inflamatorios inundan la zona. Los lugares dañados se hinchan. Los neutrófilos y macrófagos eliminan los restos celulares. Los antioxidantes se movilizan para contrarrestar el estrés oxidativo excesivo y restablecer la homeostasis redox. Las células satélite migran a las zonas dañadas para contribuir a la reparación y regeneración. Estas y otras múltiples adaptaciones bioquímicas aliadas se combinan para crear un entorno local mejorado, optimizado para la curación y la adaptación.
Es importante destacar que la acumulación de microtraumas también aumenta la sensibilidad de los tejidos. Posteriormente, los jugadores, consciente e inconscientemente, cambian sus patrones de movimiento para descargar las regiones sensibilizadas, y cambian sus elecciones y decisiones de movimiento para evitar situaciones que puedan poner a prueba aún más las estructuras tisulares ya comprometidas.

Cómo afecta el exceso de carga al movimiento
La actividad intensa provoca microtraumatismos que modifican el entorno interno. Estos cambios bioquímicos localizados alteran la capacidad de los jugadores para moverse de forma coherente y coordinada.
La desregulación del movimiento es evidente en los extremos micro y macro del continuo de control del movimiento. En el nivel micro, se interrumpe la claridad de la comunicación entre el cerebro y el cuerpo. Los movimientos bien practicados se vuelven irregulares. La fluidez de los movimientos se deteriora. Los errores de movimiento se acumulan. Aumentan los microtraumatismos. Se intensifica el riesgo de lesiones.
A nivel macro, ante el aumento de la fatiga, la incomodidad, la angustia y la sobrecarga cognitiva, la percepción de los jugadores sobre sus capacidades actuales cambia. La capacidad de los jugadores para juzgar con precisión sus capacidades y limitaciones se distorsiona peligrosamente. Las percepciones de los jugadores sobre si determinadas opciones de movimiento son seguras o arriesgadas, se vuelven poco fiables. Los jugadores empiezan a tomar decisiones más erráticas. Los jugadores se apartan de las soluciones de movimiento habituales en favor de alternativas ejecutadas con menos frecuencia, menos arraigadas, menos condicionadas y menos pulidas. Inevitablemente, los errores se acumulan. Las cargas mecánicas se amplifican. Aumentan los microtraumatismos y se crea un bucle disfuncional de retroalimentación. El jugador descansa, reduce su carga de trabajo o, en última instancia, se rompe (física o psicoemocionalmente).
A medida que los jugadores atraviesan circunstancias cada vez más difíciles, los efectos acumulados de esta dinámica de movimiento alterada se combinan con otros factores de estrés para crear una tormenta perfecta de factores de riesgo de lesión.
Por qué el calendario de partidos obstaculiza el alto rendimiento y amenaza la salud de los futbolistas

Cómo las cargas internas y externas conspiran para aumentar el riesgo y la gravedad de las lesiones
Pensemos en un jugador que se enfrenta a un calendario congestionado: partidos consecutivos cada tres días, viajes a través de múltiples zonas horarias, estrés mediático, presiones de la selección, sueño interrumpido y competiciones que se solapan y que impiden una recuperación adecuada. Esta mezcla de cargas externas y desafíos psicoemocionales internos crea una tormenta perfecta, conspirando para:
- Impulsar la inflamación
- Intensificar la sensibilidad de los tejidos
- Agotar las valiosas reservas energéticas y bioquímicas
- Alteración metabólica excesiva
- Intensificar la percepción de fatiga y malestar
Colectivamente, estos resultados se combinan para amplificar la respuesta de estrés de los jugadores, consumir la capacidad de procesamiento neuronal, impedir las comunicaciones neuromusculares, disminuir la confianza y la competencia en el movimiento y erosionar la claridad en la toma de decisiones.
Este ciclo maliciosamente espiralado de carga cada vez mayor y fluidez coordinativa comprometida conduce a:
- Aumento de los microtraumatismos tisulares
- Disminución de la capacidad de movimiento y la coordinación
- Aumento de la probabilidad de lesiones
Vigilancia de las conductas de movimiento: Una nueva frontera en la prevención de lesiones
En teoría, en cualquier situación, los jugadores son libres de elegir entre una gama casi infinita de opciones de movimiento viables. Sin embargo, estas opciones de movimiento no son todas iguales.
En condiciones físicas, mentales, emocionales y de premura de tiempo, no nos detenemos a reflexionar mientras examinamos todo nuestro repertorio de posibles soluciones de movimiento. En lugar de ello, gravitamos reflexivamente hacia las soluciones que hemos aplicado con éxito en el pasado. Movimientos que funcionaron. Movimientos que no hicieron daño. Movimientos que hemos ejecutado muchas veces. Movimientos que hemos practicado mucho y que ahora son muy eficaces.
Nuestra selección de opciones de movimiento está fuertemente sesgada, consciente y subconscientemente, por nuestro conjunto personal de preferencias, idiosincrasias, predisposiciones y antecedentes de movimiento y lesiones. Cómo nos movíamos en el pasado dicta cómo nos movemos en el presente y cómo es probable que nos movamos en el futuro. Somos criaturas de hábitos. Nuestros hábitos de movimiento evolucionan, de forma invisible, a lo largo de toda una vida de entrenamiento, competición y lesiones.
Pero los últimos avances tecnológicos han hecho visible lo invisible. Gracias a los avanzados sistemas de seguimiento óptico y a las técnicas interpretables de aprendizaje automático, ahora es posible captar y cartografiar estadísticamente las secuencias de movimientos características de los jugadores. Más concretamente, y por primera vez, las nuevas innovaciones tecnológicas y metodológicas permiten identificar, cuantificar y caracterizar los comportamientos de movimiento de los jugadores, es decir, los conjuntos ocultos de preferencias, sesgos, aversiones, predisposiciones y eficiencias incorporadas a la práctica.
En particular, el mapeo detallado de las firmas de movimiento de los jugadores revela, quizá sorprendentemente, que estos comportamientos de movimiento demuestran una notable consistencia y resistencia estructural, tanto en partidos individuales como a lo largo de varios partidos. Y lo que es aún más sorprendente, en los análisis realizados por la empresa de bioanálisis Orreco, cuando estos comportamientos de movimiento se desviaban de sus rangos habituales normales, la incidencia de lesiones aumentaba drásticamente. Tanto es así que estos análisis predijeron con éxito el 85% de las lesiones de isquiotibiales de élite, con una especificidad del 86% (lo que indica una incidencia impresionantemente baja de falsas alarmas).
Esta precisión sin precedentes puede proporcionar a los entrenadores y al personal de apoyo información y conocimientos fundamentales para la toma de decisiones. Evidentemente, se necesitan más investigaciones para validar estos métodos. No obstante, estos resultados iniciales son alentadores y sugieren que el seguimiento de los comportamientos de movimiento puede ser un indicador crucial, aunque actualmente ignorado, de un elevado riesgo de lesión.
¿Qué podemos hacer?
La optimización de los procesos de gestión de la carga para mitigar el riesgo de lesiones exige un enfoque polifacético:
Al adoptar un enfoque holístico de la gestión de los jugadores, basado en la información proporcionada por los biomarcadores y los sistemas avanzados de seguimiento, podemos obtener información que antes no estaba disponible, pero que es útil para optimizar el rendimiento y proteger la salud de los jugadores.
Conclusión
Como confirma el informe Howden 2023/24, las repercusiones económicas de las lesiones son inmensas y aumentan a un ritmo alarmante. Comprender y abordar la compleja interacción entre las cargas y los comportamientos de movimiento puede reducir esta carga, mejorando así el bienestar de los jugadores y el potencial de rendimiento en todos los ecosistemas futbolísticos.
Ahora que los jóvenes jugadores de élite juegan más partidos que nunca, el futuro de la prevención de lesiones pasa por hacer visible lo invisible. Aunque las actuales exigencias de partidos y calendario que se imponen a los principales jugadores son insostenibles, las ciencias del deporte pueden desempeñar un papel clave en la protección de la salud y el bienestar de los jugadores. Al revelar los factores invisibles del riesgo de lesiones, podemos trabajar para optimizar la gestión de los jugadores, limitar los entrenamientos innecesarios, reducir la incidencia de las lesiones, prolongar la longevidad de las carreras y, en última instancia, salvaguardar la salud de los jugadores a largo plazo.




